El cáncer de cuello uterino es el cuarto cáncer que se detecta con mayor frecuencia en mujeres en todo el mundo, aunque es uno de los tipos de cáncer que mejor se pueden tratar y más se pueden prevenir si se detectan a tiempo. La morbilidad y la mortalidad del cáncer de cuello uterino afectan de forma dispar a las mujeres de países con unos ingresos bajos o entre bajos y medios, y aquellas de los países más pobres. En 2020, la Organización Mundial de la Salud
(OMS) introdujo una iniciativa global para erradicar el cáncer de cuello uterino como problema de salud pública, y estableció objetivos intermedios para 2030.
Aunque existen dificultades en países con bajos recursos en torno a la viabilidad a largo plazo y la sostenibilidad económica de las iniciativas para abordar esta prioridad urgente de salud, la idea de conseguir una erradicación representa una nueva oportunidad de adoptar un enfoque de continuidad, en el que se toma como base la cobertura sanitaria universal y se exploran enfoques innovadores en cuanto a la financiación y la prestación a medida que los países amplían sus servicios de erradicación.
En este informe de The Economist Intelligence Unit se exploran algunos de desafíos de alto nivel asociados a la financiación de la erradicación del cáncer de cuello uterino en países con recursos limitados. Se aprovechar el conjunto de prioridades que se presenta a continuación para involucrar a los responsables de la toma de decisiones de financiación y políticas:
Generar información local para la toma de decisiones y el planteamiento de una financiación sanitaria. Se requiere un análisis en profundidad de la epidemiología, así como de los obstáculos para la detección del cáncer de cuello uterino y, cuando sea necesario, de los servicios de tratamiento de seguimiento en el ámbito del país, así como fundamentar la priorización de las soluciones más sostenibles y con el mayor impacto. Asimismo, dichos análisis deben identificar y abordar las deficiencias en materia de financiación y asignación de recursos dentro de los sistemas sanitarios.
Evaluar la financiación nacional y el alcance de los servicios de gran calidad mediante el uso de las herramientas disponibles de cálculo de costes y elaboración de modelos de la OMS para elaborar planes de ampliación graduales y viables. Las soluciones diseñadas para ajustarse a las limitaciones de asequibilidad y capacidad de cada país resultarán más sostenibles a largo plazo. Se debe dar prioridad al uso de las herramientas existentes de cálculo de costes y elaboración de modelos para identificar carencias y oportunidades para pasar gradualmente a programas de ámbito nacional. El éxito de los programas de erradicación depende de un enfoque sistemático y organizado, que se implementa a través del marco de una cobertura sanitaria universal bien planificada con presupuestos y planes de servicios sanitarios integrados.
Abogar por la integración en el ámbito de las políticas, la financiación, los programas y los servicios para alcanzar el éxito y la sostenibilidad. A la hora de abordar la sanidad pública, los enfoques independientes introducen deficiencias desde el punto de vista financiero que se deben evitar. Se debería obtener partido del solapamiento entre el cáncer de cuello uterino y otras prioridades de la sanidad pública —como el VIH y los servicios sanitarios de reproducción—, y aprovechar el marco de la estrategia de erradicación a nivel mundial de la OMS para generar una integración financiera. Se requiere un sólido liderazgo en el ámbitos nacional y de prestación de servicios para garantizar la integración y que se materialicen los beneficios asociados.
Utilizar soluciones financieras innovadoras y mixtas para complementar la financiación nacional. La financiación nacional de los servicios oncológicos —incluidos los del cáncer de cuello uterino— en países con bajos recursos es posible que no sea suficiente para ampliar los programas nacionales. Las consecuencias económicas globales de la pandemia de la COVID-19 afectarán aún más a los presupuestos sanitarios. Los países deben ampliar sus inversiones nacionales y hacer un mejor uso de los impuestos y los programas de seguros sociales, al tiempo que se aprovechan los sistemas de financiación suplementaria alternativos donde proceda. Debería plantearse un enfoque colaborativo por el que se aprovechen los bancos de desarrollo, la financiación mixta, el capital, la experiencia y la celeridad del sector privado.